Es hora de poner fin al monólogo. Estos últimos
años se nos ha tratado como si todos los ciudadanos estuviéramos maleados por
las instituciones. Resulta que esa falsa premisa nos ha llevado a un Estado de
sospecha que se sustenta en la creencia de que sobreviviremos sólo si hacemos
depositario de nuestro destino a la inmortalidad de un hombre. Basta ya que el
tema diario sea traición y crimen.
El gobierno ha transformado al Estado en un
monstruo al mejor estilo cubano, en uno de soplones (Lista Tascón) de
perseguidores (declaraciones de Aponte Aponte), en el que se sospecha de
cualquiera que no acepte comulgar con el ¨Socialismo del Siglo XXI” y en la
discriminación: somos majunches, traidores a la patria, los que viven en el
exterior son apátridas y no deben votar.
Basta para influir en la intención del voto
evaluar los resultados de encuestas que pretenden demostrar quién gana las
elecciones presidenciales. ¿Qué hacen para demostrarlo? Desglosan a la gente
por grupos, clases, categorías. Presuponen características en cada grupo social
y anuncian un veredicto que pasa por el cedazo de los nuevos “analistas
políticos”, sus dueños.
No olvidemos que todo venezolano es político,
todo político es elector, y todo elector quiere en estos instantes una sociedad
que esté edificada sobre la moral y esté gobernada por políticos éticos, que
respeten la buena fe del ciudadano. No hay más antídoto que el voto para
disolver el potencial negativo del hombre.
Nada mas gratificante que vincularse a las
glorias del presente, al deseo de una población de unir el poder y los derechos
cívicos, sacudirse la resignación como consuelo y utilizar el derecho a la
libertad para ejercer el derecho a elegir sin miedo, sin temores.
Todos somos responsables del destino de
Venezuela, y el 7O, lo que cuenta no es lo que nos pida un candidato sino la
oferta que origina la demanda ciudadana. Nos corresponde escoger el camino más
adecuado para todos, los imperativos morales permitirán evitar que sólo la masa
cuente y nos aplaste como personas, como individuos.
Así, los escenarios y los asientos pudieran
estar vacíos, cuando se trata de oír leer poesía; puedo resolver si quiero o no
asistir. Pero la reunión a la que estamos convocados el 7 de octubre de 2012 a
las 6 de la mañana es de tal trascendencia que no podemos faltar.
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