La identidad nacional
se expresa en tener una cultura propia, y ello es posible si tenemos memoria.
Es un sentimiento intenso que se relaciona al pasado y al futuro. Identidad y
memoria, individual o colectiva son elementos inseparables.
La memoria puede
jugarnos una mala pasada y funcionar como un obstáculo a la identidad nacional,
debilitarla, y ejercer una influencia en sentido inverso.
Esto es lo que sucede
con el caso de quien una vez fue el magistrado con más poder en el Tribunal
Supremo de Justicia. Me refiero a Eladio Aponte Aponte, y otros funcionarios
que en busca de poder han desfalcado el patrimonio moral y económico de los
venezolanos.
Estas reflexiones
buscan analizar cómo una persona ha cometido delitos tan graves como los
confesados por Aponte Aponte, identificado con una parcialidad política.
Desatendió no solo su juramento de desempeñar constitucionalmente el cargo de
magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, actuando desprovisto de toda ética
e identidad nacional, se escondió detrás del poder al cual ahora descubre.
Acusa al presidente de la República le responsabiliza en su condición de
superior (¿militar?) de dar la orden, fielmente ejecutada por él, de imponer la
pena máxima de 30 años de cárcel a inocentes, “a como diera lugar”.
La aceptación pasiva de
estas confesiones por la Fiscal General de la República, la Asamblea Nacional,
la Defensora del Pueblo; así como la manifestación expresa de la presidenta del
Tribunal Supremo de Justicia, la señora Morales, cuando se le preguntó por la
confesión de Eladio Aponte Aponte, contestó “No quiero responder esa pregunta”
(El Nacional, 8 de septiembre de 2012 Nación.3) constituyen el mejor ejemplo de
cómo se mancilla y se prostituye la identidad de una Nación.
Al imponerse en
Venezuela la democracia y el estado de derecho, deberá investigarse, juzgarse y
sancionarse con todo el peso de la Ley, a los responsables de los crímenes
cometidos y denunciados por Aponte Aponte, incluyendo al ciudadano Hugo Chávez.
De ser así, deberán revisarse y anularse las sentencias dictadas por ese ex
magistrado, poner en libertad a los condenados injustamente. Sólo así los
tres comisarios y ocho agentes de la Policía Metropolitana, la jueza Afiuni y
tantos otros volverán a ser libres.
¡No Cecilia!... es increíble que tu pretendas retrotraernos a los tiempos medievales,esas malas personas que gozan de la ventaja de que nosotros no tengamos la pena de muerte para los crímenes atroces,asesinaron a mansalva a un hombre que pudo haber sido tu hijo, lo volaron en pedazos los muy malditos y tu dices basada no se en que estribo moral que deberían estar sueltos acechando nuevas presas que le dejen la ganancia suficiente para comprar el amor familiar que se sustenta en lo material,no quisiera convencerme de que tu eres lo que se llama una hiedra. Estoy realmente indignado,pero no contigo en lo personal sino ante el solo hecho de pensar que como ser humano fatalmente podamos volver a caer en tan nefastas mentes.
ResponderEliminarEl Dr.C.G.Jung relató la relación entre el inconsciente colectivo y el contexto histórico que precede y determina la configuración de las personas y los pueblos, la propaganda pretende llenar la memoria y crear arquetipos en el observador que sean sus referentes mentales. Mas de la mitad del pais tiene menos de 25 años de vida con una exposición desde su infancia a mensajes que han obsorbido sin poder tener criterio y personalidad desarrollados para criticarlos y
ResponderEliminardisponer en perspectiva propia. Debemos los mas entrados en edad ver esta situación y contrarrestar los falsos valores que han sido promocionados envileciendo a la población. Recordemos Proverbios 13:16, ciertamente la soberbia concebirá contienda; mas con los avisados está la sabiduria. Mucha salud para Ud. Doctora, mantengase presente que nos hace falta su persona y conocimientos