Desde el Teatro Teresa Carreño, el 29 de octubre pasado, Nicolás
Maduro expresó lo que a su juicio se juega en las elecciones municipales del 8
de diciembre. Sostuvo: hay dos modelos políticos que se enfrentarán: “el de la
felicidad suprema, absoluta y social. Y el de la conspiración y
descentralización.”
Resulta paradójica estas declaraciones ante una Constitución que
nos invita a establecer una sociedad democrática avanzada, federal y
descentralizada.
Nos alarma la destrucción de la democracia que se traduce en menos
libertad, mayor represión y un creciente deterioro de las instituciones, la
utilización de la fuerza y el abuso del poder que se ha instaurado para
contrarrestar la crítica y la disidencia, ejercida con sadismo por funcionarios
que se eligieron para defendernos y garantizar nuestros derechos, y lo que
hacen es tratar de legitimar las arbitrariedades generadoras de inseguridad e
injusticia.
Observamos como las instituciones de la democracia son
despreciadas por la acción o la inacción del Poder Ejecutivo. La Asamblea
Nacional no sirve a los fines que inspiraron su creación, la TSJ no la imparte
sino que deniega justicia, la Fiscalía persigue a quien le mandan, la
Defensoría y la Contraloría hace tiempo dejaron de cumplir sus atribuciones.
Necesitamos un impulso de renovación democrática y crear las
condiciones de eficacia de una resistencia civil.
La unidad popular en el cimiento de la resistencia civil. Cuando
es suficientemente fuerte, es difícil de romper la dinámica de la lucha.
La organización de la resistencia es esencial y además con la
unidad y la organización requerimos una “voluntad común de defensa”. Es la voluntad colectiva de defensa la que
da a la resistencia su dinámica profunda y su capacidad interna para soportar
la represión.
La unidad popular, la organización, la voluntad de defensa no son
nada sin una autoridad legítima, representante de la disidencia, léase bien no dije oposición.
La autoridad legítima de la resistencia se impone como rival de la
“autoridad legal”. Su misma existencia simboliza el porvenir, encarna una
esperanza. Con ellos impulsa, canaliza, dinamiza la lucha colectiva.
Tenemos que prepararnos y asumir cuando las aguas se salen de su
cauce, porque en ese momento lo que viene es la rebelión, que supone la existencia
previa de una generalizada y radical negación de los derechos humanos. Se trata
de dar salida a una situación límite: tiranía u opresión, evidente y
prolongada. La rebelión tiene lógica explicación y legitimidad en un sistema
totalitario. La resistencia tiene lógica, explicación y legitimidad en un
sistema formalmente democrático.
Saludos Dra. SOSA,
ResponderEliminarUn poco mas alla, las resultas petroleras manejadas por la republica y el negocio petrolero como un monopolio de ESTADO, no van en contra de una REPUBLICA FEDERAL y Descentralizada?.
Es mi criterio que ese topico se debe tocar nuevamente ya que en 1999 no se le dio el tratamiento necesario para una sociedad de avanzada.
Muchos saludos y me alegra seguirla viendo tan activa como siempre.
Carlos Yepez Rivas
Federal Republicano.