El futuro no puede conquistarse con el cansado peso de quien vive en el
pasado. ¿Cómo acompañarnos en un viaje hacia el futuro?
El primer valor es la tolerancia, que no es igual a indiferencia. Las
normas de acción de cada ciudadano deben llevarlo a la movilización hacia
el futuro y su brújula de vida es la justicia social, tanto con uno mismo como
para con los demás ciudadanos. Un lema antiguo dice: “lo que uno no
puede, lo logran muchos”
¿Por donde empezar los nuevos horizontes?
1) Tenemos un déficit de
funcionamiento del Estado y de sus instituciones. La deuda social, aún diciendo
que somos una economía robusta, exige un pacto de estabilidad y crecimiento
sustentable, con una redistribución del ingreso equitativa. Poderes judicial a
los que hay que sacudirles la ideología para retomar su función constitucional.
2) Estamos obligados a reconocer
realidades que ponen al descubierto la diferencia entre las percepciones y la
verdadera situación. Somos un país cuyos servicios básicos deben ser atendidos,
al mismo tiempo el desarrollo sustentable. ¡Cuidado si estamos perdiendo la
soberanía de nuestros ingresos! Cada día dependemos más del endeudamiento.
3) Las crisis obligan a tomar
decisiones. Los políticos las eluden y son enemigos de tomarlas
preventivamente, lo que permite reaccionar a procesos que aún no han comenzado.
Las crisis sacuden aquello que después debe ser recompuesto.
4) Redescubrir el papel de los
Gobernadores y Alcaldes, diputados estadales, concejales, juntas parroquiales
como actores y guardianes de la calidad de vida de los ciudadanos de sus
jurisdicciones.
En vista de las dimensiones de la tarea, los venezolanos no se
tranquilizarán rápidamente, tampoco pueden esperar pasivamente por un futuro
mejor, deben no solo exigir el bienestar, sino ser actores en un país que será
sometido a una acelerada transformación. Un importante papel desempeñará la
participación ciudadana y la Fuerza Armada Nacional en el fortalecimiento de su
institución y garantes de la democracia.
El compromiso del nuevo gobernante es trasmitir a los ciudadanos la agenda
de cambios y abrir al debate las opciones: oírlos y hacerlos participes de la
toma de decisiones. Su comprensión consolidará el futuro de Venezuela, en el
proceso de anclar la unidad de todos los venezolanos, su potencia económica,
conformar la Venezuela del mañana, en fin de hacer una vez por todas un país
con identidad propia.
Con coraje y decisión construyamos el país en que queremos vivir, dejemos
un futuro abierto y mostremos el camino a nuestros hijos y nietos.
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