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LA DEUDA DEL ESTADO CON SUS CIUDADANOS



El fin del Estado está íntimamente vinculado a su objetivo: es su objetivo! Frecuentemente se confunde en el Estado contemporáneo con la idea del bien común, es decir del mayor bien material y espiritual posible de todos y cada uno de los miembros de su comunidad. La pregunta que debemos hacernos como ciudadanos es si nuestro Estado es de verdad un Estado que cumple realmente con un “deber estatal” que se desarrolla en un

esquema democrático que privilegia la idea del bien común, como un objetivo alcanzable progresivamente. La respuesta pareciera que es un no rotundo, estamos muy lejos de ser un Estado Social de Derecho y Justicia como lo pregona la Constitución.

El Estado de Derecho y el Estado Social comportan hoy numerosos problemas derivados de las dificultades de asimilar las múltiples relaciones que se han ido instaurando en los últimos años, entre el Estado y el conjunto social y sus efectos en la racionalidad interna del sistema político. De aquí surge la incapacidad de los gobiernos de entender y solucionar la necesaria coexistencia de las formas del Estado de derecho con los contenidos del Estado social.

Este gobierno, cada día se aleja más de respetar nuestros derechos fundamentales, que representan la tutela de las libertades civiles: libertad personal, política económica, que constituyen una defensa contra la intervención del estado. Hoy vemos con sorpresa como el estado ha invadido todos estos derechos (sin importar lo que consagra la Constitución) y, nos exige acatar sus arbitrarias decisiones, que destrozan nuestras libertades, so pena de sanciones graves que conllevan hasta penas de cárcel.

Que decir de la violación permanente de nuestros derecho sociales, que representan derechos de participación en el poder político (ahora lo ejerce una sola voz, una sola voluntad), en la distribución de la riqueza social producida ( ahora son dádivas que el gobierno distribuye arbitrariamente). Cada día la deuda social se hace más gigantesca, la brecha entre pobres y nuevos ricos es insalvable. La pobreza ya no genera marginalización solamente, sino lumpen proletario, mientras los nuevos ricos constituyen el nuevo lumpen burgués.

Para que seamos una Nación, y el Estado genere un verdadero poder, requerimos que el Estado sea capaz de cumplir con su fin y por ello el clamor de los venezolanos exigimos a lo que tenemos derecho.




Cecilia Sosa G


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